A casi seis meses del sismo del 19 de septiembre, los papás de los alumnos del Colegio Rébsamen tienen más preguntas que respuestas por la muerte de 19 niños y siete adultos, advierten que existe un impasse y que a pesar de que hay responsables –algunos incluso indiciados y con orden de aprehensión-, ninguna persona ha sido detenida.

 

Los papás han tomado diferentes caminos en su búsqueda de justicia, porque sus puntos de vista de cómo abordar el tema difieren. Unos hablan de que, por lo pronto, hay directores de obra con órdenes de arresto y simplemente están desaparecidos.

 

Por sobre todas las cosas, Alejandro Jurado extraña su hija, Paola Mireya Jurado Rodríguez, de siete años, quien falleció en el lugar. Él apunta directamente a la exdelegada y ahora candidata de Morena al gobierno capitalino, Claudia Sheimbaum.

 

En su opinión, “el colegio sí se debió haber caído, porque estaba mal la construcción. Pero no es lo mismo un colegio con niños que sin niños, y esa institución debió haber estado clausurada. Claudia Sheinbaum tenía las funciones, las atribuciones y la responsabilidad, al igual que sus funcionarios, y de manera omisa, negligente y a la mejor hasta corrupta permitieron tantas muertes”.

 

Confió en que nunca más tenga un padre que ir a reconocer a su hija o hijo en medio de un drama así, y les pidió que además de fijarse en los planes de estudio de la escuela y en si ésta es bonita, chequen si el uso de suelo es para escuela, porque en Tlalpan –por ejemplo-hay otras que no lo tienen, son casas habitación, y siguen en funciones.

 

El papá, junto a otros más que perdieron a sus hijos o que no los perdieron pero sufrieron daños por esa experiencia, trabajan por la justicia con los abogados Fuentes León.

 

Dijo que las anomalías saltaron a la vista desde el mismo momento en que tuvieron que reconocer a los niños. “Las varillas se rompían como si fueran lápices y las columnas se habían desmoronado totalmente… Había más peso de lo que debía haber en la estructura. Yo no sabía que la dueña vivía ahí”.

 

Según Alejandro Jurado, muchas respuestas están en los expedientes que Sheinbaum Pardo se reservó, que el Instituto de Transparencia, Acceso a la Información Pública, Protección de Datos Personales y Rendición de Cuentas de la Ciudad de México le ordenó abrir y que tuvo que entregar, pero que en su opinión hizo de manera incompleta.

 

“De toda la información de su gestión, absolutamente toda, llámese de obras, supervisores, de Protección Civil, nada”. De manera cínica, negligente, a la mejor hasta burlona no ha entregado la documentación, sostuvo.

 

“Mi hijo, cuando se cayó la estructura, lo primero que hizo fue correr a buscar a su hermana entre los escombros. Obviamente, estamos con psicólogo, con psiquiatra, no ha sido fácil”, relata.

 

Pese a todo, Alejandro Jurado cree que va haber justicia. “Sí. Tengo confianza en la Procuraduría, en el procurador, en nuestros abogados Fuentes León. Tengo la seguridad y la certeza de que sí va a haber justicia.

 

“Funcionarios de varias dependencias –Invea, Seduvi, el Instituto de Seguridad para las construcciones- y principalmente los funcionarios de Tlalpan van a tener que dar la cara a través de Claudia Sheinbaum”, consideró.

 

Anibal Mújica es padre de Patricio, quien se quedó a un paso del derrumbe junto a una maestra y cuatro menores. Tampoco le es fácil hablar, aunque también es muy amable. “Nos ha asombrado la inacción, el ‘no pasa nada’. Lo que se está dando es un tema mediático. Nos llama mucho la atención que lo que se está diciendo es pirotecnia mediática. No hay nada de fondo”.

 

Explica que hay un grupo muy pequeño de papás que apuntan a algunos políticos en especial y ellos sabrán por qué lo hacen. Sin embargo, dice, el sentimiento general es saber por qué pasó. “No entendemos el porqué si ya hay responsables, indiciados, a seis meses no hay nadie todavía en la cárcel.

 

“De ellos no se habla, y me refiero concretamente a los directores responsables de obra, que sin lugar a dudas certificaron que las instalaciones del Colegio eran adecuadas y resistentes. Lo hicieron varios y en repetidas ocasiones”. De ellos sí esa era su función: decir si la escuela era apta o no, y lo dijeron siempre.

 

Detalló que se han dedicado a estar pendientes y a exigir justicia, pero también a reconstruir a la comunidad, a los niños que siguen muy afectados.

 

“Mi hijo, por ejemplo, regresa a no querer dormir en su cama, a decir que tiene mucho miedo, y lo mismo es para muchos de los menores. Hay varios que llevan hasta una cuarta escuela que no han logrado adaptarse; están muy afectados y hay que reconstruir estas cabecitas.

 

“Patricio afortunadamente está físicamente bien, pero muy afectado emocionalmente como mis hijas, mi esposa, yo mismo, y es el caso general”, enfatizó.

 

Expuso que al principio no recibieron ningún apoyo. Fueron a buscar la atención psiquiátrica y a pedir a las autoridades que se hicieran responsables. Fueron a la delegación Tlalpan, a la Secretaría de Educación Pública y al gobierno capitalino.

 

Las dependencias fueron respondiendo escalonadamente. La delegación Tlalpan los canalizó a los institutos de Psiquiatrtía, de Enfermedades Respiratorias; el gobierno capitalino dio apoyos económicos para comprar útiles y uniformes.

 

Lo que se ha dado, señala, ha sido de mucha utilidad, más para algunas familias que para otras. Hay entre 280 y 300 menores beneficiados. Si bien no resuelve el problema, dice, sí ayuda. Eso es innegable.

 

De acuerdo con Aníbal Mújica, algunos padres les pidieron que no aceptaran dicho apoyo y tampoco las consultas médicas, pero había que atender a los niños. “Antes que ganar un juicio y ganar dinero, hay que atender su salud”, además de que él mismo perdió su empleo en busca de justicia.

 

“Lo que no tenemos son indicios de justicia. Eso es lo que no vemos que ocurra en el corto plazo a pesar de toda esta pirotecnia mediática, porque hay tres directores responsables de obra cuyo trabajo era certificar justamente que las instalaciones eran adecuadas. Independientemente de que haya otros, ellos tienen orden de aprehensión y están desaparecidos”.

 

Consideró que falta además dar más seguimiento a los menores en las escuelas, porque hay menores que no se adaptan. “Las escuelas no están capacitadas para atender menores que han vivido una tragedia de este tipo. Si como adultos tenemos miedo, qué será para ellos que no logran entender lo que les pasó”.

 

Aníbal Mújica dice hablar a nombre de unas 200 familias, casi 300 niños. “Nosotros no podemos juzgar ni sentenciar a nadie, pero sí llama poderosamente la atención el que no haya un solo detenido a seis meses de lo que pasó.

 

“La generalidad del colegio, incluso la mayoría de quienes perdieron a sus hijos que están con nosotros, queremos justicia con todo rigor y estaremos pendientes de las investigaciones. Ahorita no todo podemos conocer, pero cuando termine el juicio podremos sí meternos y ver que sea congruente y real”, señaló.

 

Jorge Eduardo Zamora fue coordinador de papás del Colegio Rébsamen hasta hace un mes y advierte que lo que sucedió con la institución es demasiado triste porque existen fuerzas obscuras de la política que compraron al movimiento con una tarjeta de vales por mil 500 pesos por dos conceptos: uniformes y niños talento, y en él quedaron padres de familia que no perdieron a un hijo.

 

Por otra parte, quienes sí perdieron un hijo se reunieron en torno a Alejandro Jurado, papá de Paola, y están representados por el despacho Fuentes León y buscan que Claudia Sheinbaum revele la información de manera completa.

 

Sin embargo, dijo, no sólo ella es responsable, también las autoridades educativas federales porque regulan las operaciones de las instituciones de educación básica, y no solamente la parte académica, sino de la seguridad de los niños.

 

“Hoy estamos en un impasse. Como lo dije desde un principio, mi temor es que cuando llegaran las elecciones, las autoridades educativas federales, las de la Ciudad de México y las de la delegación estuvieran más interesados en sus aspiraciones personales y no en lo que le sucedió a 19 niños y siete adultos”.

 

Jorge Eduardo Zamora no perdió a ningún hijo, pero está en la lucha por justicia desde el inicio. Dijo que cuando vio que la familia Rébsamen fue comprada decidió apartarse; sin embargo, establece que seguirá junto a los padres afectados.

 

“A nadie le deseo algo así”, señaló el papá de Paola. “Seguro que ningún padre quiere sus zapatos ni los de ninguno de los papás que hoy necesitan más ayuda que nunca, porque un movimiento telúrico cambió sus vidas y dañó a sus familias, porque hay pequeñitos que tienen que superar lo que pasó, y eso no es fácil”.

ot