En este 2018, con un entorno de elecciones presidenciales, se vuelve muy importante tratar de visualizar el triunfo de cada una de las coaliciones. Está en juego la posibilidad de mantener un modelo económico más liberal y de apertura a la competencia con un gobierno participativo en algunos sectores y otro modelo, en donde la actividad del gobierno tiende a centralizarse y se vuelve participativo al cien por ciento en sectores que consideran clave para el país o parciales, según los intereses, pero con un claro aumento en el gasto gubernamental. Aunque siempre buscando centralizar más las decisiones económicas.

Para ello, en el caso de un triunfo de la izquierda, nos llamaba la atención recordar lo que sucedió en los mercados en Brasil en 2002 como año electoral, con el triunfo de Lula da Silva y los siguientes años en mercados y en su economía.

Sin duda, la incertidumbre genera ajustes y volatilidad. Tanto la bolsa denominada “Bovespa” y su divisa el “real” registraron ajustes negativos previo a la fecha del voto electoral. Con el triunfo de Lula, la bolsa que venía ajustando siguió su proceso de ajuste adicional en alrededor de 9%, mientras que la divisa se depreció 16% adicional frente al dólar. Sin embargo, unos meses después, se observó un cambio de tendencia global y 12 meses más tarde, es decir, hacia octubre de 2003, la bolsa ya había subido 85% y su divisa se había revaluado 25%.

El miedo refleja una “venta irracional” que en muchas ocasiones genera un arrepentimiento posterior y pérdidas en portafolios importantes.

El indicador de deuda sobre el PIB se mantuvo estable en los años de gobierno de Lula (2003-2007 y 2008-2010) entre 50 y 60%. Y ha sido hasta 2015 ya con otro gobierno de izquierda, de Dilma Rousseff, que dicho indicador se presionó al alza a 65% del PIB y actualmente en 74% del PIB.

El déficit fiscal se mantuvo entre -2 y -4% del PIB y fue hasta 2015 cuando se incrementó a -10% y actualmente está en -8.0%.

La confianza al consumidor mantuvo una tendencia de alza durante sus períodos de gobierno, alcanzando entre 2010 y 2011 su máximo nivel y, desde ahí, ajustó fuerte tocando a principios de 2016 su punto más bajo.

Todo esto NO significa que un triunfo de izquierda sea una copia fotostática de lo que sucedió con Brasil y Lula. Sin embargo, sabemos que en una continuidad de izquierda, los diferentes indicadores de estabilidad macroeconómica tienden a deteriorarse y el resultado ya fue una baja en la calificación crediticia perdiendo el “grado de inversión” desde hace unos años.

Hasta ahora en México, en años electorales y previo al día de la votación, el peso mexicano tiende a depreciarse en un orden de 10% entre marzo y junio, una vez definido su piso en el primer trimestre del año. Hasta ahora se viene cumpliendo el movimiento muy bien. La divisa nacional se ubica con una apreciación de 4.1% a un día del cierre del mes de febrero. ¿Estaremos cerca de un piso?…

JNO