El procurador Raúl Cervantes tiene fama de recto y duro.

 

Si es recto –y muy rico, agrego yo- no cabrían desviaciones e intereses en su actuación como procurador de la República.

 

Y si es duro, tampoco aceptaría negligencias del personal bajo su mando, sean agentes del Ministerio Público, policías y fiscales.

 

Pero en un asunto los resultados no le favorecen.

 

Su ex compañera en el Senado Ana Gabriela Guevara, simpatizante de Andrés Manuel López pero formalmente senadora del PT, lleva toda la delantera tras verse inmersa en un conflicto.

 

Provocado por el automovilista Adrián Esteban Crecencio Salmerón, si se atiene uno a sus señalamientos, o por ella si escucha uno a la contraparte.

 

Un incidente vial, mas no accidente como constataron las autoridades y los peritajes posteriores en la revisión de los vehículos involucrados, entre una Voyager y una motocicleta.

 

Cualquier humano en juicio sano se imaginaría una motocicleta destruida si fue embestida por una camioneta con toda alevosía, como argumenta Ana Gabriela Guevara.

 

Esos son los datos de la discusión, insultos, agresiones e intercambio de golpes el domingo 11 de diciembre a las 19:30 horas aproximadamente en el kilómetro 26 de la carretera México-Toluca.

 

Nadie los cita pese a petición expresa

 

La versión dominante es la de Ana Gabriela Guevara.

 

Aprovechó su imagen, su influencia, su posición y hasta al Senado de la República y a los coordinadores de bancadas para generar una imagen favorable y presentarse como víctima.

 

En desventaja, los otros involucrados han intentado acreditar su verdad, avance del cual dimos cuenta aquí el 22 de diciembre bajo el título Ana Gabriela Guevara: la otra versión.

 

Antes de esa fecha, el 19 de diciembre, el hombre con quien luchó –“parecía hombre”- la ex medallista, Adrián Esteban Crescencio Salmerón, se dirigió al delegado de la PGR en el estado de México para ser citado y declarar con sus garantías a salvo.

 

Petición inútil.

 

Trece días después, nadie lo ha convocado a declarar y tal vez menos ahora porque ya tiene un amparo a su favor y sus abogados Pablo Ramírez, Jesús Blanco y Grecia Granados esperan términos y condiciones.

 

Autos y guaruras rondan su domicilio

 

¿Por qué no los han citado?

 

Nadie sabe contestar.

 

Adrián Esteban Crescencio Salmerón, su esposa y su familia –y no cuatro misóginos dedicados a golpear a una mujer indefensa y caída, como dice Ana Gabriela Guevara– quieren terminar este infierno.

 

No soportan la presión social y el acoso de agentes, aparentemente de la PGR en un auto Charger de vidrios polarizados, permanentemente colocados a poca distancia de su domicilio particular.

 

Temen acciones de fuerza como esa cuando ubicaron la camioneta Voyager y acudieron más de cien elementos–“de la PGR, del Ejército, de la Marina, de la Procuraduría capitalina”- a un operativo con acciones ilegales.

 

-¿Cuáles?

 

-Se metieron a edificios contiguos porque temían que huyéramos y aquí estamos.

 

Y ahí están, como dicen en su petición a la PGR, dispuestos a aclarar un hecho en el cual por el momento pierden mediáticamente.

 

Aquí repetimos el deseo: verdad y justicia, sea favorable a quien sea.

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