El gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, anunció lo que todo México ya sabía: que quiere ser candidato del PAN a la Presidencia de la República en 2018, argumentando que tiene suficientes méritos; el más importante, según sus promotores, haber contribuido con tres tantos (Puebla, Veracruz y Quintana Roo) a la derrota que sufrió el PRI en las elecciones del 5 de junio pasado.

 

En su loca carrera por la susodicha candidatura –que inició hace casi dos años– el mandatario poblano formó un grupito de irredentos, aunque ambiciosos perdedores: Maximiliano Cortázar, comunicador social del presidente Felipe Calderón Hinojosa; Ernesto Cordero, perdedor en su fantasía de ser candidato presidencial en 2012, fantasía que destrozó a la mediocre política Josefina Vázquez Mota; Javier Lozano, quien en el viejo PRI fue subsecretario de Gobernación y “chalán” de Dulce María Sauri en el “Tri”, quien lo corrió por haberse ido a pasear a los chamacos a Disneylandia sin su permiso.

 

Resentido, “chaqueteó” y se incorporó al PAN en el sexenio de Calderón, quien lo premió con un escaño en el Senado de la República, también suspirante frustrado a la misma candidatura presidencial. Todos ellos comandados por Diódoro Carrasco, secretario de Gobernación también en el “viejo PRI”, y actual secretario del Gobierno de Puebla.

 

El gobernador poblano y su equipo de operadores realizaron una importante operación política, que tuvo como fin asegurar la inscripción en la lista de candidatos del PAN para la elección presidencial de 2018. La estrategia de aquéllos para las elecciones del 5 de junio consistió en apoyar con todo, incluso con recursos económicos, a los candidatos opositores al PRI en Tlaxcala, Oaxaca,  Veracruz e, incluso, en Quintana Roo. En estos dos últimos estados, los aliancistas se alzaron con la victoria.

 

Supone ese grupito de “truchimanes” que subiéndose al tren futurista del gobernador poblano y transformándose en “morenovallistas” aportarán activos políticos al proyecto presidencial de su nuevo líder. Sin embargo, la dura realidad muestra que la única aportación que podrán hacer es convidarle de sus enemigos políticos.

 

La ruta para Moreno Valle es larga, y en ese recorrido tendrá que pasar sobre el cadáver del dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya, quien envalentonado por el triunfo de la alianza con el PRD en las susodichas elecciones, cree que puede convertirse en candidato presidencial de su partido. Los analistas políticos bisoños y “el viejerío”, como lo calificó el misógino de Diego Fernández de Cevallos, afirman que Rafa también tendrá que pasar sobre los huesitos de los émulos de una de las integrantes de la “Familia Burrón”, que es “Borola Tacuche”, para asegurar el boleto.

 

Dicen los detractores del gobernador de Puebla que es un típico “chapulín” político, palabra que no descalifica, sino que define su cambiante trayectoria. Su carrera en zigzag se inició como miembro del PRI, que lo hizo dos veces diputado –local y federal–, y continuó como miembro del PAN, que lo convirtió en senador y luego lo llevó al Poder Ejecutivo del estado, en una insólita alianza electoral con el PRD, Convergencia –hoy Movimiento Ciudadano– y Nueva Alianza, partido este último creado por la ex maestra de la maldad y la perversidad, Elba Esther Gordillo, madrina política de Rafa.

 

A pesar de todo, los “paleros” del gobernador Moreno Valle pronostican que, si los astros se alinean, podría ganarle a Ricardo Anaya, a Margarita Zavala y a cualquier panista, la candidatura presidencial para 2018. ¿Será?