El 1 de septiembre dejó muchas lecciones y satisfacciones al gobierno federal.

 

La considera una jornada blanca, pese a la detención de unos cuantos violentos cuando intentaron infiltrarse en las marchas magisteriales y generar caos en una fecha muy significativa para muchos.

 

Aquí viene el primer aprendizaje: Miguel Mancera marcó un cambio significativo de comportamiento en relación a Marcelo Ebrard.

 

Si el anterior jefe de Gobierno fue omiso en la coordinación con Felipe Calderón y Enrique Peña, el actual mantiene comunicación y unidad de estrategia.

 

Por eso repitió Mancera a propios y escépticos durante la semana pasada: hay garantías para la instalación del Congreso.

 

Lo cumplió y el gobierno federal se lo reconoció.

 

No incurrió en la complacencia, o por lo menos omisión, de Ebrard el 1 de diciembre, cuando los vándalos se despacharon por el centro de la ciudad y dañaron y saquearon hoteles, comercios, bancos y cuanto encontraron a su paso.

 

Ahora hay el propósito común de mantener esteentendimiento institucional entre los distintos mandos políticos y policiacos a lo largo del sexenio.

 

LA GIRA PRESIDENCIAL Y EL OTRO ESCENARIO

 

Para el presidente Enrique Peña era fundamental el saldo blanco.

 

No habría podido irse tranquilo al encuentro del G-8, en Rusia, si en México se reproducían las crónicas de enfrentamientos y la izquierda utilizaba sus redes internacionales para denunciar represión de maestros.

 

En perspectiva, la estrategia tendrá validez en las próximas semanas.

 

Como adelantamos aquí días atrás –Se acabó la paciencia: Peña acelerará reformas, publicamos el 29 de agosto-, el Congreso se apresta a darles trámite.

 

La Ley del Servicio Profesional Docente ya está en curso y la intención es obvia: el primer mandatario la firmaría antes de partir a San Petersburgo.

 

Para ello deberá estar aprobada en ambas cámaras -la minuta llega este lunes al Senado, pasará a la Comisión de Educación y mañana temprano en el pleno- a más tardar el martes.

 

Tomada la determinación de sacar las reformas cuanto antes, era necesario instrumentar la estrategia en dos vías, la política y la de seguridad pública.

 

La segunda pasó y, con algunas modificaciones, se repetirá cuando vengan los debates y las movilizaciones sobre energía e impuestos.

 

Los compañeros de viaje en ambas están prefigurados: priistas, panistas, verdes y Nueva Alianza están comprometidos con esos cambios.

 

Tal vez en el camino se sumen algunos perredistas, no así el ala radical amarilla y los partidos del Trabajo y Movimiento Ciudadano.

 

EL INFORME PRESIDENCIAL ARRIBÓ EN AUTO

 

1.- El parte oficial de sin novedad permitió al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, acudir en automóvil al Palacio Legislativo para entregar el primer informe del presidente Enrique Peña.

 

Llegó al volante en un Altima negro con dos pasajeros, los subsecretarios Eduardo Sánchez y Felipe Solís Acero, y un discreto aparato de seguridad.

 

Le dieron la bienvenida los presidentes de las dos cámaras, Ricardo Anaya y Raúl Cervantes, y los dos coordinadores priistas, el diputado Manlio Fabio Beltrones y el senador Emilio Gamboa.

 

Sobre ellos cuatro está la responsabilidad de sacar con pulcritud las reformas, los priistas para convencer y operar y los presidentes parlamentarios para conducir en orden las sesiones.

 

Y 2.- durante una semana el panista Ernesto Cordero exigió al jefe de Gobierno garantizar las actividades del Congreso.

 

En especial pidió protección para el jueves pasado en Xicoténcatl, donde rindió su informe como presidente del Senado de la República.

 

No fue necesario: acudió, los maestros ni se acercaron a la antigua casona y él fue cobijado por algunos miembros del gabinete presidencial a pesar de sus constantes críticas al gobierno de Enrique Peña.